Violento despertar,
bruscamente,
se evaporan lo embriagadores vapores del sueño.

Sabanas húmedas,
vestigios de la fiebre nocturna
que cobardemente toma mis sueños
transformándolos en horribles pesadillas.

Aun sensible al arduo día que espera,
cruzan por la habitación los primeros ladrones de la noche,
ojos cerrados por tan cegadora luz,
recuerdos en la obscuridad de los parpados caídos.

Dando vueltas en mi cabeza
han quedado vestigios de un pequeño sueño,
marcas, antes de que la fiebre lo aplastara,
duele volver a él, estabas llevando mi ser,
hacia donde?, solo sabrá el fantasma que habita en las noches.

El descanso no llega,
llegas tú, mis sueños sembrados de tu imagen.
Sumergido en la insoportable realidad,
jamás, jamás, apareces en mí.
Solo siento como te alejas, aun más.

Algo ha de haber cambiado,
algo, ha salido bien,
o quizás,  demasiado mal,
no logras ver la diferencia.
Bueno o malo, algo difiere en este despertar.

Esta fiebre que abrazaba el cuerpo,
durante días llevándome a lugares utópicos,
el calor ha desparecido, los lugares se han derrumbado,
libre de espejismos.
La luz que robo la noche, ha desaparecido.

Descalzo, en la obscuridad,
recorro este, mi cuarto, lo abandono,
creo verte, mas no, solo fuiste ese último espejismo.
A punto de escapar de aquí,
vuelvo una y otra vez a levantarme de húmedas sabanas.



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