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Musa

Entumecidas manos,
dormidas,
como el resto de mi cuerpo,
mi mente,
ahogada, embriagada,
por vapores
de obscuro origen.


Triste es no poder escribirte
triste es este despertar
ver como la musa se retira
entre sedosas telas blancas
y su brillante mirada,
la de jamás volver.

Que cruel resulta

no abandonar el camino
cuando puedes ver
al devorador de almas
al final del mismo.

Inmóvil,
pero en movimiento,
sus larvas, sus insectos,
son mi colchón
son mi movimiento
sobre ellos soy arrancado de mi lecho,
el cuerpo apagado,
los pensamientos, ahora,
fuego.

Musa, maldita musa
marcaste mi cuello
mi final,
soy el ganado
en camino al destructor de cabezas.

Muevo levemente mis brazos,
seco una lagrima
tapo mis ojos
vienes y vas,
mostrando que eres tú,
la que desmiembra las almas.

He dejado unos pocos poemas para ti,
y para tu parte oculta,
todo te llevas,
dejas la piel,
un saco de huesos.

Despedazado,
desparramado en el camino,
devorado parte por parte,
mi ojos,
tu fruta,
espero te ahoguen
y se lleven tu aire,
musa, mi maldita musa.

E.I.

poesiasoscuras.blogspot.com.ar

Comentarios

Ingrid Vort dijo…
Oh sí! Malditas sean todas la musas invitándonos a extraviarnos en sus tortuosos senderos, ultrajando cada una de nuestras huellas, enjaulándonos en prisiones que rebosan quimeras y luego mutan en calumnias, ilusos e impostores castillos que ellas, malditas, nos construyen en un aire irrespirable... nos roban el alma, la vida, si las necesitas se ocultan, si no las buscas aparecen de puntillas en la esquina...

Un gusto leer tus poemas, un saludo.

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