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Sobrevuelas las cabezas

de los caídos,
gotas de sangre
en tu boca,
el fuego se levanta,
desde el mar puedes ver
olas de muerte
azotando las costas,
mientras las almas
remojan sus pies
en estas, tus infectas aguas,
esperando ser devoradas
por la furia desatada.

Sobrevuelas tus victorias
tu cruel sueño,
la cruel verdad,
las serpientes que habitan tus ojos
envenenan mi mente,
mi ser,
los ojos de los que no hablan
me aturden,
la mentira en ropas de verdad absoluta,
y tu garganta expulsa
la más despiadada de las risas.

Aun, los que pueden ver,
aun, los que pueden oír,
los que te han visto venir,
en cavernas están ocultos,
el tiempo no existe como tal,
podrán asomar al día
o a una perpetua noche.

Sangre en el comienzo,
dolor y ausencia,
el sentimiento de la caída infinita,
no hay quien la detenga,
la soledad,
la degradación luego,
más sangre, más dolor
llegando el final,
el cuerpo en ella teñido,
por última vez, escribes la palabra,
por última vez, gritas el nombre,
por última vez, la ves dentro tuyo,
por última vez.

E.I.

poesiasoscuras.blogspot.com.ar

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  Como ha de ser posible que la cumbre del dolor no sea física, la carne se desvanece en el abre y cierra de una estrella moribunda.   Si recorres este tramo final junto a mí, podría decirte, pequeña noche, que te extraño, pero no he sido tocado por ese tipo de sentimiento o sensación, lo que siento es dolor, en otra dimensión de este cuerpo, de esta cabeza que dirige.   Atrás quedaron los días en que mi cuerpo vencía furiosos ríos, caídas en rocosas montañas, atrás quedaron, porque me los has robado, solo me queda la ceniza de algo, y la nada, soy tan ignorante que no me queda nada.   Te rodeo para ver lo pálido de tus ojos sin vida, descubro, que tienes dos espaldas para darme, el sabor amargo no se va, todo es normal, normal, estos Domingos de caída infinita, vacíos que jamás serán llenados.   Escapar no es una opción, dormir, quizá, solo si marcas una cruz en mi frente, solo si incendias el lecho, solo si el viento sopla,

Reloj

La velocidad del tiempo, ese tiempo, la velocidad de su “no” vida, su “no” muerte, su fugaz paso, tantos rostros, tantas manos, las palabras se amontonan, las hojas, en brillante blanco se visten, los ojos enrojecen, la debilidad lo asquea, lo precario de los cuerpos, lo aflige.   Sabe que esto, es la mejor y más cruel broma de todos los tiempos, desafiando a quien reirá al final, desencajada carcajada, mientras mira al cielo.   Ya no ríe, solo se mueve, no fue niño, pues no hay pasado, no fue viejo, pues destrozo su futuro. Y hoy está aquí, como la lluvia, va, viene, amado, odiado, ignorado, el tiempo lo borrara por completo él lo sabía, y, aún así, ríe. http://poesiasoscuras.blogspot.com/ E.I.