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Ignorada,
la primera vez,
el abrazo del fuego
y los huesos rozando tu tez,
una tez de cemento.

Extraños brazos
una mente infante
caras desdibujadas, desencajadas,
dolor y mentiras
desesperación en el aire.

El tiempo limpia los cielos
acalorada tarde
sol traicionero,
como siempre,
aviva su fuego
a cada movimiento.

En aguas verdes
tomaste tu oportunidad
allí presente
acariciándome, enamorándome
cegado por tus sonidos
me llamaste hacia el fondo de tus aguas,
malditas aguas verdes.

Teñidas de ese obscuro color
para que ojos pasajeros
no puedan verte
devorar a tus presas
allí, en el más profundo lugar.

Alguien jala mi brazo hacia arriba
un cuerpo borroso por tanto sol
por mis ojos ahogados
en tus verdes aguas,
ahogados, por mis lágrimas,
temor, llanto de niño,
un recién nacido,
ese fue mi llanto
explotando al emerger de tus podridas aguas.

Nacido,
parido,
apagado,
desnudo contra un paredón
¿es que el engaño
te ha llenado de rencor?

Ya no me tocas,
porque entiendes,
mi penoso despertar
bien sabes, y yo también,
que allí estaremos ambos,
ese día,
ahora me dejas aquí,
sabiendo que cada día
es una daga en el pecho
un cada vez más penoso,
despertar.

Ríes, cuando despierto
ríes cuando me dobla la pena
ríes cuando te llamo,
sabes, y se,
que esperamos nuestro demorado encuentro.

E.I.

poesiasoscuras.blogspot.com.ar

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  Como ha de ser posible que la cumbre del dolor no sea física, la carne se desvanece en el abre y cierra de una estrella moribunda.   Si recorres este tramo final junto a mí, podría decirte, pequeña noche, que te extraño, pero no he sido tocado por ese tipo de sentimiento o sensación, lo que siento es dolor, en otra dimensión de este cuerpo, de esta cabeza que dirige.   Atrás quedaron los días en que mi cuerpo vencía furiosos ríos, caídas en rocosas montañas, atrás quedaron, porque me los has robado, solo me queda la ceniza de algo, y la nada, soy tan ignorante que no me queda nada.   Te rodeo para ver lo pálido de tus ojos sin vida, descubro, que tienes dos espaldas para darme, el sabor amargo no se va, todo es normal, normal, estos Domingos de caída infinita, vacíos que jamás serán llenados.   Escapar no es una opción, dormir, quizá, solo si marcas una cruz en mi frente, solo si incendias el lecho, solo si el viento sopla,

Reloj

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